SABERES APRENDIDOS

Autor: El Jaguar
Rafael Vergara

En las navidades del 2000 dirigía Damarena y estaba encargado de la Alcaldía y claro, con
una emergencia arrancó el día.
Tenemos gran mortandad de peces en las lagunas de Chambacú y El Cabrero, me alertó el
guardián Roberto Ruiz.
Le ordené contratar de inmediato a los pescadores y recoger hasta el último pez, limpiando
a fondo las raíces del manglar. Por el radio alerté a Ciudad Limpia y pedí evacuarlos antes
que la descomposición y las brisas contaminaran el ambiente del Centro con sus ofensivos
olores de muerte.
Confieso que no pensé en disponibilidad presupuestal ni en la caja menor -que nunca hay-
sino en resolver y después a ver.
A los pocos minutos estaba in situ comprobando la “tradicional” mortandad de peces por
anoxia: el agotamiento del oxígeno disuelto por calentamiento o contaminación. En el
sector, además de una estación de bombeo de Aguas de Cartagena existía el caótico Puerto
Duro y sus vertimientos.
Tres situaciones resolví y las comparto. Ver y sentir el angustioso final de miles de peces
boquiando O2 y la indolora impotencia: él ni modo, así es. La segunda, la estrechez mental
impuesta al vigilante, o la propia que combato, y, por último, la creatividad para salvar la
vida.
Soy un abogado que por experiencia y lecturas algo conozco de “vidas internas de la
naturaleza” y no me apena preguntar lo que no sé. Me dije, si falta oxígeno hay que
aportárselo al cuerpo de agua, y los bomberos a quienes convoqué, me copiaron y lo
hicieron. Los fuertes chorros de sus mangueras movieron las aguas y eliminada la anoxia
ante nuestros ojos los peces condenados nadaron hacia la bahía escapando de la muerte.
La segunda, el vigilante de la compuerta asociada a La Bocana que sin una orden de Bogotá
se negaba a abrir un candado para liberar la compuerta, cerrar e impedir que el cardumen
llegara a las aguas anóxicas. Soy el alcalde encargado ¡es una orden! Nada, tocó
amenazarlo con romper el candado. ¡Increíble!
Fui a cumplir otras tareas en espera de la evolución de la intensa y voluminosa recolección
realizada por la Guardia Ambiental y los pescadores. En la tarde, al regresar, me conmovió
un colorido y alado espectáculo: cientos de comunicativas aves migratorias y endémicas
estaban allí en un festín de vida, alimentándose y restableciendo con nosotros el ambiente y
su armonía. Fue mi mejor regalo en esas navidades.

¿POR QUÉ ANOCHEZCO Y AMANEZCO PENSANDO EN LA OBRA DE DIOS?
(El planeta)
Por qué amo a mis hijos y a los que serán sus hijos y a los hijos de sus de hijos y a toda la
generación posterior a mí, y deseo que se deleiten y usufructúen todo lo bello y hermoso
que observo a mi alrededor: aves exóticas, un cielo azul en ocasiones libre de smog, un mar
cristalino sinuoso casi siempre, todo esto sin pagar un peso.

No voy a mencionar fechas para no ser inconfundible.
Hace algunos años, en una gira precisamente cuidando la creación, desperté un día, con

pocas fuerzas, mucho menos de lo normal. En ese despertar observé a través de la ventana
de mi habitación, lo mismo de lo mismo que vi antes de ese sueño. Árboles, pajaritos
cantando en sus ramas, saltando subían y bajaban y eso fue a pesar de todo, un espectáculo
que me animó, estaba respirando un aire frío, pero era eso…aire, oxígeno, esperanza de
vida. Todo estaba intacto menos yo, después de vivencias, tramites y demás diarias y
necesarias. Me dije: no me puedo quedar aquí, tengo que continuar, siempre he
experimentado ser una guardiana de una parte del planeta, en la ciudad donde resido y las
que he visitado. En años anteriores en mi actuar ambiental, en otros espacios, ya había
contribuido a mitigar la asesina costumbre, de contaminar, de talar o podar como si le
arrancaran los cabellos a una muñeca de trapo, que no siente, de evitar la condena a un
inocente en una jaula. Entre otros. Al continuar, mi trasegar ambiental. Con niños,
adolescentes, jóvenes e incluso con adultos mayores, de acuerdo a lo que me asignaban
donde he estado vinculada. Lo que más me ha impactado en mí en afán de hacerles
entender que todo se agota, verbalmente, con videos, jugando, incluso haciéndolo más
ameno con una composición; lo único que me ha hecho falta ha sido hacerles una canción,
ha sido cuando les hablo de los grandes calores que se avecinan que ni agua helada ni el
aire acondicionado podrían controlar, de las olas que subirían metros más arriba de nuestras
casas, del agotamiento de las especies hidrobiológicas (peces y otras), con los que algunos
se deleitan, las cuales ya no estarían en esos ecosistemas por la sobre explotación e incluso
por su captura con la talla mucho más mínima que la reglamentada, cuando les recuerdo el
deleite de abrir la llave de la pluma e hidratar su cuerpo con agua fresca del Canal del
Dique, que es inminente ahorrar. Cuando los hago caer en cuenta que aquí como en otros
puntos cardinales, así como solo lo han visto en los noticieros, tenemos amenazas de
maremotos, terremotos y huracanes, que todo viene desde hace años, antrópico
(ocasionados por la mano del hombre), incluyendo las de nosotros en estos tiempos. He
podido observar en sus ojos el despertar de la conciencia. Se quedan callados y me miran
con los ojos a punto de desorbitarse, con la mano en el mentón. Es ahí cuando siento un
poco de paz, por el granito de arena ambiental, que ubico en el pensar de muchas y muchos.
Ojalá mis días sean muchos más, porque aquí o allá, en este espacio o en cualquiera,
subordinada o sola, seguiré en mi empeño.

Rafael Vergara